
Maldito subproducto de los cambios hormonales, amantes de la grasa.
Nada peor que un grano en la cabeza y que reciba las caricias de un puntiagudo peine cada mañana y luego del baño.
Compañeros crónicos de nuestra cara, algunos tan cariñosos que nos persiguen hasta en la edad adulta.
Y cuidado con maltratarlos, porque eso lo hará enojar ya no tendrás un punto rojo, sino otra cabeza.
Seguro su destino sera estar escondido debajo de un cedozo flequillo o algún maquillaje. Pero solo ten en cuenta algo, volverá en otro momento, quizás en otra parte, pero con el mismo objetivo: VENGARSE.
Eric Bentz
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