Manuel iba viajando en un colectivo directo a su casa, cuando asoma su mirada a la ventana y ve, sin quererlo, a un viejo mendigo haciendo sus "necesidades" en la vereda, dando tan horrible espectáculo a todo el que lo viera.
Lo primero que pensó es: ¿Como no tiene vergüenza?, se ponía en su lugar y no podía imaginarse en una actitud de tal falta de educación, sin embargo pensaba las cosas individualmente y no como un conjunto de situaciones que llevan a otras.
Las personas que estamos dentro del sistema que hemos creado para vivir, bueno o no, hemos conformado familias, viviendas para poder vivir con ellos, sabemos que cuando somos niños debemos educarnos para crecer y de esa manera conseguir un buen empleo (en teoría), todo ello porque sabemos que necesitaremos dinero, o cualquier otra forma concreta de intercambio para poder subsistir.
Eso nos lleva tímidamente a la conclusión de que de un momento a otro podríamos perderlo todo, eso nos hace saber que nuestro actos tienen consecuencias que pueden impactar primero sobre nosotros y luego sobre los demás o lo que tonemos. Alguien que no tiene procesiones, vive el día a día solo intentando satisfacer sus mas primarias necesidades, no tiene espacio para gustos y por lo pronto tampoco para deseos a satisfacer. No esta dentro del sistema, por exclusión de "la sociedad" o propia, ya no tiene nada que perder, en muchos casos ya no se importan a si mismo. En cuyo caso tampoco les importa lo que los demás puedan pensar, simplemente, y valga repetirlo, no tienen nada que perder.
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